La era de la postinformación. Más allá de la demografía
La etapa de transición entre la era industrial y la postindustrial o era de la información, han sido discutida durante tanto y durante tanto tiempo que no nos hemos dado cuenta de que estamos pasando a la era de la postinformación. La era de la información, la era de las computadoras, nos mostró la misma economía de escala, pero con menor énfasis en el espacio y en el tiempo, también los medios masivos se volvieron a un mismo tiempo más grandes y más pequeños.
En la era de la postinformación, a menudo tenemos un público unipersonal. Todo se hace a pedido y la información; está personalizada al máximo.
Esta línea de razonamiento deja de lado, por completo, la diferencia fundamental entre sectorización y digitalización.
La asincronicidad:
Una conversación cara a cara o telefónica, es un hecho que tiene lugar en un tiempo real y en forma sincrónica. El afán de ubicar a alguien por teléfono es una forma de establecer un diálogo sincrónico que, muchas veces, no requiere de ningún tipo de sincronía y podría manejarse bien durante el intercambio de mensajes fuera del tiempo real.
El correo electrónico se hace cada vez más popular porque es, a la vez un medio asincrónico y legible por computadora. Esto último es en especial importante, porque los agentes de internas utilizan esos bits para priorizar y entregar los mensajes de manera diferente.
Pedir de acuerdo con las necesidades:
La vida digitalizada incluirá muy pocas emisiones en tiempo real. A medida que las transmisiones se vayan digitalizando, los bits no solo podrán ser transferidos con gran facilidad en el tiempo, sino que hará falta que sean recibidos en el mismo orden o en la misma proporción en que serán consumidos.
La información “a pedido” dominará la vida digitalizada. Pediremos, de manera implícita o explícita, aquello que queramos, en el momento en que lo queramos. Este requerirá reformular el concepto de todas las programaciones financiadas por publicidad.
En los futuros medios digitales se utilizarán más el criterio de pagar por lo que se recibe, pero no sobre la base de todo o nada, sino con un método más similar al de los diarios y revistas donde se comparten los costos con los enunciados.
Los modelos económicos de los medios de hoy se basan casi con exclusividad, en imponer la información y los entretenimientos al público.
Bibliografía: Negroponte, Nicholas, Ser Digital, Atlántida, Estract Diario Clarín, Suplemento Capítulo 13, Bs. As., 1995
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